El trastorno del espectro autista (TEA) es un término utilizado para describir una variedad de trastornos del neurodesarrollo que se caracterizan por dificultades en la comunicación, la interacción social y el comportamiento. El término «espectro» se utiliza porque los síntomas y la gravedad del trastorno pueden variar ampliamente entre las personas afectadas.
El TEA abarca varios trastornos, incluyendo el trastorno autista clásico, el trastorno de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado, entre otros. Aunque estas condiciones comparten características similares, también pueden presentar diferencias en cuanto a la gravedad y el impacto en la vida diaria de la persona.
Algunas de las características comunes del TEA incluyen dificultades en la comunicación verbal y no verbal, dificultades en la interacción social, patrones de comportamiento repetitivos y restricción de intereses. Estas dificultades pueden manifestarse de diferentes maneras y en diferentes grados en cada individuo afectado por el TEA.
El diagnóstico del TEA se realiza mediante la evaluación de los síntomas y el comportamiento de la persona, así como mediante la observación clínica y la recopilación de información sobre el desarrollo del individuo. Es importante destacar que el TEA es un trastorno «lifelong», pero con el apoyo y los recursos adecuados, las personas afectadas pueden desarrollar habilidades y llevar una vida plena y significativa.
«Lifelong» es un término en inglés que significa «de por vida» en español. Cuando se dice que algo es «lifelong», significa que se aplica a toda la vida de una persona o que dura durante toda su vida. En el contexto del trastorno del espectro autista (TEA), se refiere a que el TEA es un trastorno que persiste a lo largo de la vida de la persona afectada, es decir, no desaparece con el tiempo y puede requerir apoyo y recursos continuos a lo largo de toda su vida.